Recientemente participé en una investigación a nivel nacional cuyo objetivo principal fue evaluar la percepción ciudadana frente a algunos candidatos con aspiraciones presidenciales para el año 2026.
La exploración se centró en aspectos como su trayectoria política, la personalidad que proyectan en redes sociales u otras plataformas y la manera en que exponen sus ideas en público. Para ello, se realizaron grupos focales con personas de los estratos 2, 3 y 4 en 16 de las principales ciudades del país, con el fin de analizar sus percepciones frente a estos temas.
En el estudio se integró la teoría de los arquetipos propuesta por el psicólogo Carl Jung, con el propósito de realizar un análisis psicológico que permitiera comprender las fortalezas y debilidades de los candidatos, así como sus comportamientos y creencias. Es importante señalar que ningún individuo se define por un único arquetipo, pero sí puede presentar patrones de conducta predominantes que reflejan su forma de actuar y relacionarse.
El análisis permitió identificar el potencial de cada candidato para establecer una conexión emocional con la población, mediante un discurso sustentado en una narrativa coherente y significativa, acompañado de propuestas realistas y honestas. De esta manera, se favorece la coherencia entre el arquetipo del votante, el candidato y su partido político.
Una de las principales conclusiones fue que la marca política o el partido se percibe de manera similar a una marca de mercado, con beneficios funcionales, emocionales y de identidad. En este sentido, el partido adquiere personalidad y los votantes actúan como sus consumidores. La investigación también evidenció que la imagen del partido depende en gran medida del concepto que este proyecta y de las acciones de su líder, al punto de que la llegada de un nuevo dirigente puede transformar radicalmente la percepción ciudadana y conducir tanto al éxito como al fracaso político.
En consecuencia, se determinó que los arquetipos son una herramienta poderosa para construir una relación sólida entre partido, candidato y votante. El arquetipo asignado a un partido y su significado permiten gestionar la marca política de manera relevante, basada no solo en las propuestas públicas, sino también en los valores, emociones y necesidades subconscientes.
Asimismo, los arquetipos facilitan la identificación del nicho electoral adecuado y la creación de una narrativa coherente que resalte los temas y políticas más pertinentes. Esto resulta especialmente efectivo cuando se involucran emociones y valores que generan resonancia en la ciudadanía.
Por último, construir una imagen distintiva, positiva, sólida y creíble fortalece la relevancia del partido y consolida una relación de confianza con el votante. Ello no solo impacta en el apoyo electoral inmediato, sino que también contribuye a forjar un vínculo duradero más allá del contexto electoral.