Hace unos días escribí en este mismo blog una columna sobre la ruta de la investigación exploratoria cualitativa. Hoy quiero continuar con la segunda etapa clave dentro de los estudios de investigación de mercados: la investigación descriptiva, principalmente cuantitativa.
Aquí es donde entran en escena las famosas encuestas. Esta técnica, sin duda, es una de las más utilizadas en el mundo empresarial cuando se quiere conocer el “qué” y el “cuánto” de ciertos fenómenos. Las encuestas nos permiten obtener métricas valiosas para tomar decisiones estratégicas, ajustar campañas, rediseñar productos o redefinir públicos.
Algunos ejemplos de objetivos empresariales que suelen abordarse con metodologías descriptivas son:
- Medir el nivel de satisfacción con un producto o servicio.
- Evaluar el conocimiento de marca.
- Identificar el nivel de recordación espontánea (top of mind).
- Estimar cuánto estaría dispuesto a pagar un cliente.
- Conocer el tamaño potencial de la demanda.
- Precisar quién es el público objetivo más rentable.
- Comparar mi posicionamiento frente a la competencia.
Y muchos otros más, siempre dependiendo del contexto y la necesidad puntual del negocio.
Eso sí, para que una investigación descriptiva sea útil y no se convierta en un gasto innecesario, es fundamental que el empresario o equipo solicitante tenga claro cuál es su necesidad. La claridad en los objetivos permitirá diseñar una encuesta que realmente aporte valor.
La ruta ideal que recomiendo para este tipo de investigaciones incluye:
- Definir la necesidad del negocio.
- Traducir esa necesidad en objetivos de investigación concretos.
- Identificar correctamente la población objetivo.
- Elegir el método de recolección más apropiado (presencial, telefónico, digital).
- Construir la mejor estructura de encuesta posible.
- Diseñar un buen muestreo (probabilístico o no probabilístico).
- Procesar y entregar los resultados de forma clara, con hallazgos accionables.
La investigación descriptiva no es solo levantar datos por cumplir. Bien hecha, es una herramienta poderosa para entender cómo estamos y hacia dónde debemos ir. Lo importante es no improvisar, asesorarse bien y traducir los números en decisiones con impacto.