Las colaboraciones de marca son hoy una herramienta poderosa para amplificar mensajes, conectar con nuevas audiencias y generar conversación. Pero no todas nacen iguales, ni todas logran su propósito. Desde mi experiencia liderando iniciativas como Bon Bon Bum x McDonald’s, Bon Bon Bum x Tennis, Bon Bon Bum X Tajín o nuestras ediciones especiales con Karol G, Mora, David Alonso y Sebastián Montoya, he aprendido que detrás de cada éxito hay una estrategia clara, coherencia de marca y ejecución que trasciende lo digital.
¿Qué hace que una colaboración funcione?
Primero, no debe sentirse impuesta. Cuando dos marcas o un embajador comparten valores, estilo y audiencia, el mensaje fluye. Eso pasó con Oreo y sus colaboraciones con artistas como Post Malone o Selena Gomez: no solo generaron conversación, sino que expandieron el universo de la marca con consistencia.
Cuando la conexión no es evidente, la colaboración se vuelve ruido. Pregúntate: ¿cuál es el propósito? Si está claro, va a permear a las audiencias y habrá transacción.
Además, una buena colaboración no solo vive en redes. Debe bajar al punto de venta, a empaques, vitrinas, promociones y experiencias. Es ahí donde cobra vida y se convierte en algo tangible.
Pilares de un buen “collab”:
1. Diagnóstico y propósito: ¿Qué queremos lograr? ¿Emocionar, vender, ganar relevancia?
2. Aliado correcto: Más allá de la fama, ¿es coherente? ¿Conecta con nuestro consumidor?
3. Estrategia 360°: Activaciones en punto de venta, plan de contenidos, medios, conversaciones, consistencia.
4. Influenciadores sí, pero con criterio: La autenticidad pesa más que el alcance.
5. Medición y evolución: Impacto, engagement, sentimiento de marca, retorno y capacidad de ajustar en tiempo real.
Errores comunes:
* Forzar colaboraciones sin propósito.
* No involucrar genuinamente al embajador.
* Lanzar sin un plan de activación ni consistencia visual.
* Confundir viralidad con éxito de marca.
Hoy, las colaboraciones son más que marketing: son una declaración de identidad. Bien pensadas, pueden generar cultura, mover inventarios y enamorar audiencias. La clave está en hacerlas con cabeza, coherencia y estrategia.